12 microcuentos sobre brujas.

 






1.


Una vieja bruja al verse en riesgo de ser quemada decidió hacer una hoguera, luego se introdujo al fuego.

Un soldado de la Santa Inquisición que vio lo acontecido preguntó: 

¿Acaso no siente calor?

A lo que la bruja respondió: solo un idiota podría preguntar semejante estupidez.

Luego las llamas se disiparon con una de esas carcajadas de bruja.

 

2. 


Veinte brujas frente al mar, alrededor del fuego, en medio de un aquelarre:

Manifiéstate, oh, mi señor, rey de noche y de la muerte:

De pronto un gran pez encalla en la playa, abre la boca y se escucha un cascabel

Un gatito negro con su collar se acerca al fuego y ronronea.

Las brujas piensan: algo salió mal...


3.

Ya en medio de la hoguera, el sacerdote le preguntó a la bruja:

-¿Te arrepientes de tus pecados?

A lo que la bruja respondió con un soberbio:

-No.

-Entonces morirás e irás al fuego eterno, al infierno de innumerables torturas.

A lo que bruja respondió: 

¿Y después?


4.


Desesperado por el amor de una mujer, un hombre acudió donde una vieja bruja:

Deme la mejor pócima de amor que tenga

A lo que la bruja contestó:

Todas las pócimas de mi casa son iguales, no encontrarás ninguna pócima mala, ni regularmente buena.

El hombre entendió que el amor es cuestión de magia. 


5.


Un joven soldado entró espada en mano a la cabaña de una vieja bruja.

-Deja afuera tu espada, soldado, yo te daré una pócima mortal para que venzas a tus enemigos.

-Soy un guerrero y siempre porto mi arma.

-La bruja tiró al suelo una gota de la pócima que provocó mucho humo y cenizas

-Muerto de miedo, el soldado salió corriendo y en medio del bosque cuando ya su miedo se disipó, se dio cuenta de que había dejado su espada tirada en casa de la bruja y, que no era capaz de matar a un bruja, pues suelen ser muy listas.     


6.


Cansada de sus desventuras, y de hacer el bien sin recibir nada a cambio, a sus ochenta años doña Clotilde decidió hacerse bruja, aprendió brujería de su amiga Sofia quien, contrario a ella, quería empezar a hacer el bien, por lo que Sofia exclamó: El mal siempre es fácil de practicar, en cambio el bien no. A lo Clotilde respondió:

Depende.


7.


Bruja maestra, he terminado mi estudios de brujería: ¿Ahora qué debo hacer?

Una noche de pasión, esa es la iniciación, debes sentarte desnuda frente al fuego, imaginar que el crepitar de las llamas es como el mar embravecido, entrar en trance en medio del mar de fuego, entonces vendrá nuestra señor y te tomará.

Al día siguiente la escuela de brujas estaba en llamas y nadie se quemaba por el fuego.


8.

Una pequeña niña aprendiz de bruja le preguntó a su maestra Bruja:

¿Cuál es el mejor truco que puede enseñarme?

Deja de hacer tantas preguntas y tráeme la cabeza de un gato para la pócima que estoy preparando.

Pero, ¿Porque la cabeza de un pobre gato?

Porque no tiene ningún valor.  


9. 


Un cazador que encontró la casa de un vieja bruja, dispuso entrar sigilosamente a la cabaña para matarla, luego huir con las cosas de valor que encontrara.

Al entrar, se encontró con una bella joven en medio de su tina baño. Ambos cayeron en un embrujo de amor. Llegada la noche, aquella bella mujer se volvió una vieja bruja cascarrabias, con una nariz puntiaguda y una verruga en la mejilla.

Ahora ya puedes matarme cazador.

No veo porque habría de hacerlo.

Pues porque soy una bruja fea y mala.

Yo he ganado dos mujeres, una bruja fea y una bella bruja.

  

10. 


Accidentalmente una vieja bruja se tomó una pócima de amor y, como temía enamorarse de un hombre despiadado, se puso un espejo de frente y entonces empezó a desear todo aquello que el mundo ofrecía fuera de la magia.

 

11. 


Un ladrón que merodeaba por un lejano bosque, encontró la cabaña de un bruja muy famosa y, supuso entonces, que habría mucho que robar. Sin más, irrumpió en la vieja cabaña y encontró atrapada en medio de frascos, velas y animales muertos, a un bruja desnuda sin nada de valor que le ofreció su ropa.

El ladrón tomó la ropa y salió huyendo muy asustado del lugar; mientras que la bruja pensaba para sí:

Ojalá le hubiera podido regalar la luna que entra por mi ventana.  

 

12. 


Una vieja bruja madre, ya en su lecho de muerte, muy triste porque su hija no quiso aprender las artes oscuras exclamó:

Hija, no quiero morir así, haz hoy un intento para que yo no muera triste.

¿Qué debo hacer madre?

Trae dos conejos y quítales la cabeza, luego ponlos en la cacerola junto a la pócima y dame de su carne.

La hija siguió las indicaciones de la madre moribunda y ambas cenaron juntas por última vez.


Por: Edgardo Molina. 

  


 

  

 


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